martes, 2 de octubre de 2007

estudios sobre sexualidad, nueva publicación

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Si bien las técnicas de observación no permiten conocer las prácticas sexuales en forma directa, hemos recogido información a través de entrevistas personales abiertas que relacionamos con los comportamientos públicos y analizamos para filtrar los posibles sesgos del pudor o la exageración discursiva.
Como ya se señaló anteriormente, en este grupo se observa una variedad de prácticas sexuales que sin duda se presentan también en la sociedad extensa. Sin embargo, en el segmento bajo examen, ellas se muestran en proporciones notablemente diferentes de lo que el sentido común indica respecto de la media social.

Otro rasgo destacable es que la ecuación activo=masculino y pasivo=femenino se muestra poco pertinente. Se detectaron difundidos comportamientos:


a) Una alta proporción relativa de varones homosexuales
b) Una proporción aún más alta de mujeres con experiencias homosexuales o bisexuales (un segmento muy silenciado en la sociedad)
c) Si bien minoritaria, una alta proporción relativa de varones bisexuales
d) Reconocida extensión de prácticas sexuales pasivas de los varones en el interior de las parejas heterosexuales


En cuanto a la oposición “sexo de pareja vs. grupal”, ambos polos coexisten sin conflicto entre los “bohemios”. Por una parte, las parejas estables son más numerosas de cuanto se podría inferir de una discursividad que valora la experimentación sexual y admite sin reservas el sexo ocasional. No necesariamente los miembros de la pareja carecen de experiencias actuales o pasadas en sexo grupal ni todas las parejas exigen o cumple con la fidelidad pero es importante destacar que las parejas estables tienen una extensión nada despreciable.
Por otra parte, aunque las experiencias de sexo grupal encuentran abundantes referencias discursivas y en la mitología del grupo, no parece ser una práctica universal y ni siquiera mayoritaria.
En las parejas heterosexuales la afectividad surge cuando se estrechan y se complementan las afinidades y la sexualidad. Las parejas no se estructuran en tanto repartición de roles –-mujer=reproducción, hombre=producción — sino en cuanto participan directa o indirectamente de su esfera productiva o de circulación artística. En los grupos se verifica una afectividad difusa pues el sexo casual y grupal se realiza entre personas conocidas o amigas.
En ambos casos extremos existe una afectividad que se integra a la sexualidad en la medida que la esfera de gustos y el estilo de vida compartido se estrechan. Este proceso cementa los vínculos afectivos y conduce a la conformación de las parejas.
Sin embargo, incluso en las parejas relativamente estables no se observa una institucionalización a través del matrimonio. Por otra parte, la descendencia es escasa, tardía--a partir de los 35 años-- y no regula la permanencia del vínculo, tal como sucede en otros grupos sociales.

Otro rasgo destacable de la afectividad de pareja en el segmento bajo análisis es que las relaciones no escinden a la pareja respecto del grupo ni al grupo respecto de la pareja como suele observarse en otros sectores. Las afinidades y actividades comunes son elementos estructurantes en las relaciones de pareja. La escasa distinción entre ocio y producción, entre producción y circulación, entre la esfera íntima y la pública, caracterizan las formas de relación de las parejas como unidades productivas .
En las parejas homosexuales la colaboración productiva suele ser aún más estrecha y también igualitaria, aunque naturalmente suelen generarse división del trabajo según las habilidades personales, lo mismo que sucede en las parejas heterosexuales.
Estas formas colaborativas y afectivas de las parejas, que anclan en valores igualitarios y de permisividad –-el derecho a obtener placer y la libertad de decisiones individuales— llegan en algunos casos a constituir normas que entran en contradicción con las estructuras del sentir: la obligación de ser libres y de aceptar la libertad del otro significativo.
La infidelidad, las relaciones abiertas y las relaciones sexuales no vinculadas al afecto, sean que se ejerzan o no, se encuentran entonces legitimadas y forman un horizonte normativo en cierto modo inverso al de la sociedad extensa.
Estilos y formas de relación a la vez renovadoras y retro, espectaculares e íntimas, sofisticadas y espontáneas, lógicas duales de antinomias elásticas, la sociabilidad “bohemia” multiplica los grados de libertad a que los individuos pueden aspirar.
Una dimensión implícita entre quienes indagan el segmento “bohemio” refiere al “coeficiente de futuro” del que podría o no ser portador. En un sentido similar nos gustaría concluir la pregunta final este texto. Así como los “bohemios” han sido en la esfera del arte, productores a la vez que “predictores”, ¿es posible que en lo que hace a los valores, presentaciones del yo y prácticas sexuales vayan a ser también los experimentadores, los pequeños y eficaces radares de aquellas tendencias que en un futuro próximo se extenderán, en parte, hacia el inmenso resto de la sociedad? ¿O permanecerán estas potencialidades de vida encerradas en un gueto recelado, rechazado y circunscrito o en una isla dorada que se basta con generar sus propias condiciones de existencia?

3. Conclusiones:


Las novedosas y complejas formas de sexualidad y afectividad vividas por los jóvenes “bohemios” de Buenos Aires son correlativas a las formas de sociabilidad y a su inserción en la trama productiva y de circulación de la bohemia.
Las polaridades clásicas –Masculino/Femenino, Activo/Pasivo, Pareja/Grupo, Individual/Pareja, Homosexual/Heterosexual- y la no correspondencia entre las prácticas, el look y la autodefinición sexual eclosionan cualquier forma identitaria unificada y globalizante.
Estos rasgos son concurrentes con otros fenómenos fácilmente observables:

1) La heterogeneidad de las trayectorias de clase.
2) Sociabilidad nómada y fragilidad.
3) Indistinción entre ocio y trabajo.
4) Expectativa de carrera y profesionalización vinculada a la experiencia artística y grupal.
5) Amplia moratoria social.
6) Construcción de la “identidad” a través de formas colaborativas y redes de amistad en la producción y gestión artística.
7) Mandatos culturales referentes a:
a) La distinción: excentricidad y originalidad.
b) La innovación: variabilidad y transformación.

Creímos importante para comprender el correlato entre la sociabilidad y la sexualidad/afectividad, establecer breve y esquemáticamente comparaciones entre la bohemia y otros grupos sociales.

Es interesante señalar que las tribus urbanas, formadas alrededor del rock barrial o la cumbia villera, presentan rasgos exactamente opuestos a los de la “bohemia”.

1) Similitud de las trayectorias de clase.
2) Totemismo y aguante.
3) Distinción entre ocio y trabajo.
4) Anclaje en ocupaciones subordinadas.
5) Escasa o nula moratoria social.
6) Construcción de la identidad juvenil a través de los consumos culturales.
7) Mandatos culturales referentes a:
a) La semejanza entre los pares.
b) La constancia de valores tradicionales en la manipulación del material simbólico como valores.

En las tribus se generan formas de sexualidad y afectividad en donde la familia impera como valor, estableciendo un corte entre la juventud y la madurez social, excluyendo al sujeto de la tribu y enmarcándolo en la vida familiar, a través del ingreso al mundo del trabajo. Las polaridades clásicas rigen como patrones normativos. La congruencia entre look, prácticas y autodesignación es un mandato cultural. Diferente es la bohemia contemporánea donde la familia no se presenta como una aspiración, donde imperan las redes de amistad yuxtapuestas con lo laboral –la expectativa de insertarse de manera estable en el mercado- y se establecen lazos grupales flexibles y variadas interacciones interpersonales de muy diferente intensidad.

fragmento de Krochmalny, Syd, Sociabilidad, sexualidad y afectividad en la joven bohemia artística de Buenos Aires, pp. 295-305.

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