viernes, 28 de marzo de 2014

El origen del mundo en la Escuela de Artes y Humanidades, Universidad de Stirling, Escocia.


El origen del mundo

por Marina Mariasch*

Antes que Courbet, Da Vinci sugirió en El tratado de la pintura que
las mujeres debían representarse "siempre con actitudes vergonzosas,
juntas las piernas, recogidos los brazos, la cabeza baja y vuelta
hacia un lado".

Syd Krochmalny vuelve a poner al sexo femenino en el centro de la
escena, con las piernas bien abiertas. Pero no son mujeres, son
vaginas. No se es mujer por tener una concha. Las mujeres están aquí a
la vez reducidas a su sexo y con la fuerza de su valor simbólico. El
desplazamiento es doble, el artista cede su carbonilla a otros
artistas varones para este *Sexionary*, versión caliente del
Pictionary, juego de
dibujar palabras.

En el principio, era la palabra.
De eso se trata, de dibujar palabras, que son ideas. El pensamiento se
estructura en forma de lenguaje (Chomsky).
Esto, las vaginas, es lo que llega al plano de la representación.      Más
allá, antes del origen, hubo
algo, una cadena de acciones, relaciones de poder:
Un hombre dándole indicaciones a una mujer, pidiéndole que abra
las piernas. Un hombre cediendo el lápiz a otro hombre, una invitación
al mando. Todos tienen su parte y nadie pierde su poder. Ni la vagina,
que toma el centro
de la escena, como si copara las tapas de revistas para hombres, como
ahora las cubren los culos. La vagina se somete a la mirada y se somete pero se
vuelve, una vez finalmente foco de las miradas.

El centro no es la pija erecta del porno, esta vez es la vagina en su carácter
productivo y reproductivo. Una vagina donde la economía del deseo se
despoja de la economía de mercado, van por carriles paralelos. Aunque
sometida, desde ese centro parece decir: "Hago con mi cuerpo lo que
quiero". Y se vuelve amenaza, la vagina central y soberana debe ser
levemente sometida para acentuar el dispositivo y configurar el deseo.
Pero sigue siendo una amenaza.

¿Es el origen del mundo o el fin del universo, un pulpo negro para
perderse y terminar túnel oscuro sin fondo? El primer feminismo se
preocupó por no exponer el cuerpo de la mujer a la mirada patriarcal,
pero no es la primera vez que un cuerpo desnudo sirve para encender
una revolución. La vagina en serie refleja el sistema de repetición de
patrones que conforman los mitos sociales. En esta obra, en las
múltiples formas de representar una vagina, lo que se abre es la
multiplicidad de personalidades que cada vagina posee.

Hay que mirar y conocer, tirar de las hojas y arrancar la remolacha de
adentro. Get us out from under, wonder woman, wonder man. La vagina
pasa de ser un agujero en un bife de chorizo a una idea, un triángulo
alegórico que se parece a Dios, un agujero negro del que ninguna
partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar.

*Texto escrito por Marina Mariasch para la muestra de Syd Krochmalny, The Origin of the World en la Escuela de Artes y Humanidades de la Universidad de Stirling en Escocia, abril y mayo de 2013. Marina Mariasch nació en Buenos Aires en 1973. Estudió Letras (UBA) y Sociología de la Cultura (UNSAM). Publicó coming attractions (1997), XXX (2001) und tigre y león(2005), todos de poesía, bajo el sello editorial Siesta que fundó y codirige. En 2009 la editorial Vox publicó El zig zag de las instituciones, reconocido por el Fondo Metropolitano de las Artes. Actualmente prepara la edición de un libro por la editorial Mansalva. Trabaja como asesora para grandes editoriales, escribe crítica cultural, y dicta talleres literarios. En alemán se publicaron algunos de sus poemas en la antología Neue Argentinische Dichtung (luxbooks, Wiesbaden, 2010). El matrimonio (Rosario: Bajo la luna, 2011) es su primera novela.  

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