domingo, 23 de diciembre de 2012

martes, 18 de diciembre de 2012

La sospecha es el miedo

MK y amigos, MDP, 1962


Me senté en la butaca del teatro cuando vos estabas en el baño. Pasaste a mi lado para volver a tu asiento y no me reconociste. Te dije soy tu sobrino, te sorprendiste. Me arrojaste flores y dádivas, abrazos y amor. Hablamos durante toda la función, fuimos irrespetuosos, la gente alrededor se quejaba de nosotros porque hablábamos sin preocuparnos por que ya había comenzado el show. Tu cara que parecía un globo desinflado, por tus arrugas que marcaban el sendero de tu miseria, el de un vida irremediable, ya trazada, y la decadencia de una mujer desdentada a dos lustros del nuevo milenio. Hablamos hasta que mi madre estuvo en escena. El pacto del silencio duró hasta que cayó el telón. Dije que tendría que haber asistido mi padre y arremetiste contra mi linaje pero excluyéndome de él como si mi éxito personal me redimiera. ¿Pero quién es más desapegado que yo? La última vez que te vi fue hace seis años antes que muriera mi tío, ¿y la anteúltima hace quince? Mi familia está desmembrada, reina el desapego, ya sos viuda y sin embargo, te empecinás en restituir el lazo que te conecta con nosotros, un lazo que no es el tu sangre sino la sangre desvanecida, la sangre del muerto que no llorás sino que odiás. Te dije algo y no me escuchaste, me preguntaste si sé cómo te llamás ¿Cómo no voy a saber tu nombre, tía? ¿Nuestro reencuentro fue casual? ¿O sabías que iría al teatro? ¿Nos íbamos a volver a ver? ¿Y cuándo nos volveremos a ver? ¿El día de tu muerte? Si sabés que no me gustan las despedidas irreversibles... quizás ésta sea la última vez que no veamos. Me hablaste de mis viajes, y de mi flecha que apunta al sol, el sol enorme. Me imaginaste cruzando el desierto de Etiopía, camino a Persia, donde las leyendas hablan de un sol enorme, naranja, dentro de la tierra, que sólo el elegido puede alcanzar. Dijiste que fui un príncipe en la era mitológica, y que Hypnos me robó los sueños y me dejó caer primero en el acantilado del báltico con mis miedos en casubiano, luego, en la estepa ucraniana con un caballo y ropaje de cosaco, y finalmente, en las pampas, y en el mar dulce.  Me dijiste que el griego clásico me ayudaría a recordar mis vidas pasadas, que me olvide del inglés, el francés, el portugués, el italiano y el alemán. Y que de ahí fuera al protoindoeuropeo y al pre-protoindoeuropeo... pero antes de mi misión dijiste que debo saber una verdad que mi linaje ocultó, una verdad que me afectará... para mí fue una verdad para que nos uniera en un pacto de silencio... Me dijiste que mi estirpe  no sabe nada del amor, que está condenada a no amar, a estar unida sin amor. Y que ahora que ves mis ojos llenos de esperanzas por un amor joven debo saber la verdad, y que esa verdad hará que viva el amor verdadero, y que sabré por qué ella nunca amó... a ella que nunca veo...
Que mi abuela Ana K. no quería dormir con mi abuelo Miguel K., y que ella coqueteaba con los paisanos, y no se sabe si fue ella o el espíritu cosaco quien lo impulsó a la bebida, y que ese hogar donde vivían mi padre y mi tío se transformó en un infierno. Que mi abuelo golpeaba y abusaba de mi abuela, que mi padre Miguel Ángel dormía con ella para protegerla, ¿Habrán hecho el amor? Pero un día mi abuelo irrumpió alcoholizado y la violó. Ella quedó embarazada y se golpeaba el vientre, se arrojaba al piso para que no naciera el fruto del infortunio. Pero no pudo matarlo, o no tuvo el coraje suficiente, y luego el deseo de abortar se transformó en el deseo por tener una mujer, porque ella odiaba a los hombres, a su violencia, a su poder de dominación, a los tiranos de su destino. Y cuando nació el tercer hijo, el tercer hermano, mi tío, mi abuela quiso detener lo irreversible, era un varón. Ella quería una mujer, lo vestía con su ropa y lo maquillaba. Mi padre y su hermano lo maltrataban porque no era lo suficientemente hombre. Durante la infancia unos vecinos lo violaron. Dos o tres veces abusaron de él, quizás más... Me dijiste que un amigo suyo lo quiso rescatar y llevar a Barcelona, pero que al final no fue. Pero mi abuela lo protegía, lo peinaba y maquillaba... y su esposo le pegaba... pero mi abuelo murió joven. Ambos cuando lo velaron ataviaron su cadáver con el vestido de novia de mi abuela. Solos y sin fantasmas vivieron juntos hasta que mi abuela murió, y mi tío se volvió loco, se encerró en su  casa y nunca más salió. Él fue condenado y enloquecido por la sociedad... que sos vos, tu papá y tu mamá...
Cuando era chico iba con mi padre en auto hasta la casa de mi tío, que era la casa de la infancia de mi padre, y que él dormía en la cama de mi abuela. Mi padre le llevaba comida, ropa y cigarros todos los sábados. Él no salía a la calle, a veces sólo cuando yo iba en el auto, para verme. Me miraba y decía que era hermoso... yo nunca entré a esa casa... por lo menos no lo recuerdo... sólo unas fotos con mi abuela y mi tío, pero tenía menos de un año y ella murió al poco tiempo... Un sábado, el último sábado que lo vi, mi padre fue al baúl del auto a sacar las provisiones semanales de mi tío. Él aprovechando el único momento de intimidad que tuvimos en nuestras vidas me dijo que viviera, que yo era hermoso y que conociera el amor, que viviera la vida que él no pudo vivir. Nunca entendí qué quiso decir, hasta el día de hoy. Tenía seis o siete años, yo sólo pensaba que estaba loco y que esperaba la llegada de los marcianos, que respiraba profundo y agitado, pero no me daba miedo... mi tía me dijo que él era hermoso. Luego hablamos de libros y de que yo estaba enamorado, y de un famoso hermafrodita del barrio a quien todos los sábados lo recogían hombres en autos lujosos y en los veranos e inviernos lo llevaban de viaje a las mejores playas del mundo. También me dijo que ella conservaba los libros de mi tío, que eran novelas y sobre sexualidad, y que no me olvidara de pasarlos a buscar.





lunes, 3 de diciembre de 2012



Mucama del Cielo

Con una coleta,
colgantes de perlas,
 y un pañuelo en el cuello,
me saluda al ingresar.
Con sus labios de rojo, pestañas con rimel, 
aparatos invisibles,
maquillaje hasta los hombros
me  ayuda a pasar.
Siento su cintura estrecha,
sus piernas de seda,
su busto firme y su cola de gacela
cuando me ayuda a sentar.
Secretaria ejecutiva de la galaxia,
Miss Universo de barrilete,
presiono el botón de emergencia
para verte desfilar.
Me hablas en francés, inglés
español y portugués.
Me guiñas el ojo
cuando haces la coreografía salida de emergencia.
Sos la más linda de todas las pasajeras,
seguro que mi mamá querría que me casara con vos,
y que  en cada viaje trajéramos regalos.
Pero no le diría nada de tus tráficos
de sueños y electrodomésticos.
Tripulante de algodón azucarado
vienes hacia mí
con un carrito de metal
pero ni tus guantes de látex blanco,
ni tu actitud de asistente de cirujano
te  van a redimir...
Maid del éter:
la pasta está horrible, el queso es un chicle...
y aunque quieras enamorarme con ración doble,
no veo diferencias:
aunque seas políglota y ella analfabeta,
aunque seas coqueta y ella natural,
aunque seas alta  y ella baja,
aunque seas flaca y ella gorda,
aunque uses tacos y ella alpargatas,
aunque seas alemana y ella peruana,
aunque seas húngara o ucraniana,
no existe diferencia sustancial.
¿Qué te hace especial a la mucama –terrestre- que limpia el hogar?
¿Qué te hace especial a  la mucama -de mar- que lava y plancha la ropa?
¿Qué te hace especial a  la mucama -de fuego- que cocina y cuida a los niños?
Mucama del aire, arquetipo del servicio doméstico,
te concedo tus sueños, vuela con tu ilusión pasajera por los cielos...