jueves, 6 de enero de 2011

Arte y política, uma vez mais


Sobre “El Alma nunca piensa sin imagen” de Roberto Jacoby y la Brigada Internacional Argentina por Dilma en la Bienal de San Pablo.*

por syd krochmalny

La 29 Bienal de San Pablo, como tantas otras, fue convocada bajo la consigna “Arte y Política”. Roberto Jacoby propuso una obra site&time specific sobre la praxis reflexiva en el plano de la imagen, el texto, del juego y la política coyuntural brasilera. En agosto de 2010 con 27 intelectuales y artistas argentinos formó la Brigada Internacional Argentina por Dilma.
El argumento político del proyecto consistió en que los últimos 10 años se inició en Latinoamérica un proceso en el que por primera vez está siendo cuestionada la hegemonía liberal por los mismos políticos que fueron perseguidos durante las dictaduras militares de la década del setenta, como Lula, Mujica y Lugo. En la última década se desarrolló una progresiva y positiva transformación regional en las relaciones entre capital y trabajo, en la que la Argentina participa desde que Néstor Kirchner asumió la presidencia en el 2003 hasta el actual gobierno de Cristina Fernández. En esta coyuntura Brasil es central porque no sólo es una potencia regional sino mundial.

El 10 de septiembre de 2010, el primer contingente de la Brigada desembarcó en San Pablo para montar la instalación en el tercer piso del edificio diseñado por Oscar Niemeyer. Los brigadistas no sólo se encontraron con grandes dificultades para realizar el montaje, a causa de la escasez de equipamiento, herramientas y personal, sino que se toparon con la resistencia de los cuadros administrativos y los asistentes de curadores. Ambos, en varias ocasiones, manifestaron hostilidad hacia el contenido político del proyecto. Ante el entorno adverso, la desolación fue atemperada cuando el segundo contingente de la brigada arribó a la ciudad el 20 de septiembre. Ante los ataques chovinistas de los sectores conservadores y progresistas, los brigadistas, más concientes de la historia política reciente, recordaron el avance en las políticas de integración regional. Otros, más jocosos, aludieron a la tesis del socialismo internacional y citaron a los textos que Marx y Engels abandonaron a la ingesta de los roedores.

El siguiente día, no sólo fue el día de la Primavera, también inauguró la Bienal. Durante la jornada se tornó visible el rechazo que la obra producía en el público. Varios coleccionistas, galeristas y curadores manifestaron desacuerdo e incomprensión, y en algunos casos, expresaron rechazo a través de insultos verbales y gestuales. A las 23 horas los curadores generales, Moacir Dos Anjos y Agnaldo Farias, así como el director administrativo de la bienal, llamaron a Roberto Jacoby -el único artista argentino invitado simultáneamente a la sección histórica y la contemporánea- y a la arquitecta Lidia Aufgang, presidenta de la Fundación Start, para una conversación privada en el salón del Directorio.

El funcionario informó que tras la denuncia hecha por la propia Fundación Bienal ante la Procuraduría General Electoral, recibieron instrucciones para impedir la exhibición de imágenes y textos con connotación partidista en la obra. En la argumentación de su denuncia, la Fundación Bienal afirmó haber sido sorprendida por el contenido de la pieza, hecho que se contradice con la previa publicación de las imágenes “censurables” –y finalmente censuradas- en el propio catálogo de la Bienal. Más curioso aún es que la convocatoria curatorial versaba precisamente sobre el meneado tema de “arte y política”, plaga que desde la Documenta de 1997, acecha en cuanto acontecimiento artístico internacional se produzca.

La obra, denominada “El alma nunca piensa sin imagen” comenzó con el viaje de 25 artistas e intelectuales a San Pablo para instalar un espacio de discusión y difusión con motivo de las elecciones presidenciales del 3 de octubre. El proyecto operó de forma paradójica, tornando la política como metonimia del arte y el arte como metonimia de la política. Así la brigada se formuló como metáfora de las brigadas rojas y los proyectos artísticos como metáforas de lo político. Esta maniobra fue, curiosamente, en una obra que a simple vista carece de parábola, o si se prefiere de poética.

Uno de los muros lucía una gigantografía con las imágenes de los principales candidatos, José Serra y Dilma Rousseff, que también ilustra el catálogo. En la otra pared se fijó la leyenda “para que el amor y la política funcionen es preciso ser valientes”. El espacio estaba cubierto con afiches, banderas, carteles, volantes, camisetas y pins. Se instalaron computadoras con wifi, impresoras, mesas de serigrafía, máquinas para fabricar pins. También se proyectaba un video con entrevistas realizadas en Buenos Aires a artistas, escritores e intelectuales que opinaban sobre las próximas elecciones en Brasil. El video reflejó el desconocimiento de algunos sectores del campo artístico sobre la política del país vecino.



Brigada Internacional Argentina from Syd Krochmalny on Vimeo.


A diferencia de otros comités políticos, éste tenía una característica singular. Si bien casi todo el grupo argentino, sostiene una posición a favor del Partido de los Trabajadores, se intentó generar las condiciones para el debate y el intercambio de ideas. En el medio del espacio se instaló un escenario con micrófono libre y la Radio Electrónica Artesanal. Además, el público pudo escribir cartas de cualquier tipo en un precioso escritorio de mimbre y, luego, pegarlas en las paredes. Sin embargo, hubo poco intercambio, los agravios unidireccionales y la incomunicación prevalecieron durante los primero días.

La inauguración primaveral de la bienal fue exclusiva para el mundo del arte. El miércoles 22, fue la apertura “vipérrima” que deleitó a las 3000 personas más ricas de San Pablo. Ellas no tuvieron el privilegio de contemplar “El alma nunca piensa sin imagen” en su versión original, ya que las imágenes conflictivas fueron cubiertas por la mañana con 9 tiras de papel de embalar y todo el material serigrafiado en remeras y papeles, así como botones de lata, donde figurara la palabra “Dilma” o “PT” fueron cuidadosamente retirados, en una provisoria confiscación.

Muy lejos estaba la mayoría del grupo de argentinos –autotitulado “Brigada Argentina por Dilma”— de imaginar que su pieza sería material inflamable en el contexto de una Bienal de Arte Contemporáneo dedicada a la cuestión “arte y política”.

Para sorpresa de gran parte de los argentinos, esperanzados por las encuestas favorables a Dilma, las reacciones del público fueron más bien hostiles. Sucede que en el ambiente artístico paulista, Dilma no recoge elogios. Un poco a la manera argentina, apareció Marina, una candidata destinada a quitarle votos por el lado “eco”: de modo similar a nuestro vegetal Pino, la acuática Marina, tranquiliza la conciencia de quienes no desean alinearse en una decisión electoral, inevitablemente polarizada.

La estrategia del grupo de los argentinos consistió en fagocitar la censura transformándola en parte de la obra. De esta manera se diseminó el proyecto en la prensa de Brasil, Argentina, España, Francia y los Estados Unidos. Así la pieza, como si fuera un ave fénix, resucitó de sus cenizas transformándose en una obra de los medios: ser mediático bicéfalo mezcla de propaganda y publicidad.

En este nuevo contexto la Brigada Dilmista se propuso continuar con sus actividades ahora sin emblemática electoral. El martes 21 ya habían realizado un recital en homenaje a las Madres de Plaza de Mayo, a Familiares y Abuelas, que también visitaban la Bienal para presentar una video instalación sobre su proyecto Parque de la Memoria. Hasta el domingo 26 la Brigada intentó proseguir con su programa.

Entre el jueves 23 y el domingo 26 los brigadistas proyectaron una serie de talleres y paneles de diversa índole. Algunos de buena calidad y otros que no estaban a la altura de esta instancia internacional, pero que como un rompecabezas le daban solidez al proyecto general. El 23 se llevó acabo las jornadas de pintura terapéuticamente política o políticamente terapéutica, Radio Abierta, Bitoca de lenguas (puente de jergas entre Brasil y Argentina), Fábrica Recuperada de Pins, Presentación de Encuesta Política. El viernes 24 el Taller de serigrafía, Encuentro de Política Epistolar, Kamishibai de Campaña. El sábado 25: Taller para Niños Sala Preta, Taller de Diseño Gráfico Entrepierna, Show de Magia Encantada, Debate ¿Qué Hace Un Espacio Destinado a Campaña Electoral en Medio de Una Bienal de Arte Contemporáneo?, y la Mesa “Lucha política y sentidos comunes”. El Domingo 26: Teatro de Títeres Tropical.

Sin embargo, no fue fácil continuar con las actividades programadas. El jueves 24 cuando los Brigadistas intentaron ingresar a la Bienal hubo un corte general de energía. Las autoridades ordenaron desalojar el edificio. Cuando los miembros de la Brigada se retiraron volvió la luz, aunque gran parte del público estaba dentro, los guardias cerraron las puertas impidiendo el ingreso. Luego que el grupo abandonara el perímetro aledaño, las puertas se abrieron permitiendo la entrada de los visitantes.

Al siguiente día varios grupos ecologistas exigieron la libertad de los tres buitres incluidos en la obra de Nuno Ramos. Con el material de la instalación de “El alma nunca piensa sin imagen”, ahora vaciada de contenido por la censura, los manifestantes comenzaron a escribir y serigrafiar en hojas blancas consignas tales como “Boicotem a Bienal” “os Urubus merecem respeito”, “uma arte sem ética evoca o nazismo”, “Free All”, “Liberdade aos Urubus da Bienal”. De esta manera, si bien la censura eliminó todo el contenido de la obra, quedó develado el papel de la instalación como forma, a partir de la cual la oficina de propaganda continuó a favor de otras acciones políticas. Así el alma podía pensar a través de otras imágenes. Pues, esta famosa leyenda aristotélica indica que la imagen no es objeto del alma sino su forma: “la facultad de pensar piensa las formas en las imágenes”.

Al poco tiempo, los grafiteros de San Pablo intervinieron. El curador de uno de los colectivos cortó la red que cubría el pabellón central, ingresó a la obra y escribió en una de las paredes la siguiente leyenda: “Liberte os Urubus”. Inmediatamente el personal de seguridad, haciendo uso de la fuerza, retiró al curador. El público, al unísono, abucheó la acción de los guardias. A continuación, los bomberos y la policía desalojaron la Bienal.

El relato de los sucesos devela la falsedad del statement curatorial porque la política sólo podía representarse como ficción o como documento del pasado. Así la curaduría de arte suele desactivar lo político a partir de la representación de las intervenciones estético políticas sacadas de su flujo histórico: esto es lo que se llama “arte político”. No vale la pena olvidar que en la bienal del 2008, el curador Ivo Mesquita denunció a una grafitera que había pintado una de las paredes del edificio de la bienal, consigna que estaba prevista en el statement curatorial. La artista permaneció presa durante 45 días.

Esta lógica de la acción sobrevive en una obra que no generó ninguna controversia; “Abajur” de Cildo Meireles. Una estructura de dos plantas que desde el más alto nivel se observa una proyección circular de luz sobre imágenes de carabelas y el cielo con las nubes y las gaviotas. Esta imagen se produce por el movimiento de un molino mecánico, a fuerza de tracción, por cuatro actores, ubicados en la planta baja, que representan “esclavos”. Lo curioso, que silencia esta “obra”, pero que la alimentaba como una capa de sentido, es que los actores cobraban 1050 reales por 6 horas de trabajo, lo que equivale 4 hamburguesas por día. Los explotados, “huérfanos” del apoyo crítico del público y de los artistas, abandonaron a los largo de las horas y los días, uno tras otro, el alienante trabajo. Ni la moral eco ni la moral política se hicieron eco al respecto.

* Esta texto es una versión ligeramente ampliada de un texto publicado en Página 12 el 24 de septiembre de 2010


El alma nunca piensa sin imagen from Syd Krochmalny on Vimeo.

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