Sangre de Laguna
videoperformance en circuito cerrado, 5´minutos
Escondida detrás de unos arbustos del edénico jardín, la Virgen
Que Ríe solo podía verse en el televisor de una habitación del
tercer piso del Hotel, captada por una cámara desde la ventana del
cuarto. Se amontonaban los espectadores en esa pieza oscura y
cerrada para ver lo que sucedía muy cerca de ellos y sin embargo
instalada en un lugar de fantasía.
Daba la sensación de que todo ocurría en un bosque muy lejano, de
ensueño. Una madre desnuda (Fernanda Laguna)
amamantaba a su niño (Ramón, el bebé), bailaba, se recostaba,
se vestía y desvestía con ocho auténticos parangolés de Helio Oiticica
intervenidoscon anilina de vibrantes colores. Texturas del agua, insectos y
plantas, recogidos durante la estadía en el lugar y elaborados a
la manera de la música concreta, convocaban esa misma realidad
“artistificada”.
Conjunción del desobramiento de los parangolés y del paisaje
habitado de los prerrafaelitas, Sangre de Laguna fue un momento
de amor realmente existente y al mismo tiempo, ideal, estetizado.
Distante y próximo. Clásico y contemporáneo. Sexual y casto.
Sangre de Laguna retozaba en la fusión de épocas y estilos que
harían pensar tanto en la pintura del Quattrocento como en la
Maestá de Ambrosio Lorenzetti. Eran las cinco de la tarde y ya
hacía un poco de frío. Fernanda tosía y Ramón reía. Muy pronto
todo terminó.
Roberto Jacoby y Syd Krochmalny
Sangre de Laguna
closed circuit videoperformance, 5 minutes
Hidden behind bushed in the edenic garden, the Laughing
Virgin could only be seen on the TV screen of a third-floor room
of the Hotel, captured by a camera set at the room’s window.
Spectators hoarded that dark, closed room to see what was
happened very close to them, albeit in a fantasy world.
The sensation was that everything happened in a
dreamlike wood, very far away. A naked mother (Fernanda
Laguna) nursed her son (Ramón, the baby), danced, lay
down, got dressed and undressed with eight authentic
parangolés by Helio Oiticica intervened with bright
colored anilines. Textures of water, insects and plants,
picked up during the stay in Ostende and elaborated as
concrete music, contributed to that “artistified” reality.
Conjunction of the désoeuvrement of the parangolés
and the Pre-Raphaelite inhabited landscape, Sangre de
Laguna was a moment of love that really existed and was
at the same time ideal, aestheticized. Distant and close.
Classic and contemporary. Sexual and chaste. Sangre
de Laguna frolicked in the fusion of periods and styles,
which would reflect both the paintings of the Quattrocento
and the Ambrogio Lorenzetti’s Maestá. It was five in
the afternoon and already a bit cold. Fernanda coughed
and Ramón laughed. Soon (too soon) it was over.
Roberto Jacoby y Syd Krochmalny
http://www.proyectoriaa.org/
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