17 indicios sobre la desnudez
Sobre The Naked Soul, de Syd Krochmalny
Lucas Soares
1. En tiempos de Crono y bajo el reinado de Zeus, regía una ley según la cual los hombres que vivieron justa y piadosamente eran enviados post mortem a la Isla de los Bienaventurados, gozando allí de la mayor felicidad; los que vivieron de manera injusta e impía eran, por el contrario, confinados al Tártaro, cárcel de expiación, castigo e infelicidad sin término. Así las cosas, surgió un imprevisto: los juicios se volvieron defectuosos, dado que, con frecuencia, iban a uno y otro lugar hombres que no lo merecían. Ante el reclamo de Plutón y los guardianes de la Isla de los Bienaventurados, Zeus toma una decisión clave a fin de que sea lo más justo posible el juicio sobre lugar al que irán a parar los seres humanos tras su muerte: “Yo haré que esto deje de suceder. En efecto, ahora se deciden mal los juicios; se juzga a los hombres vestidos, pues se los juzga en vida. Así pues, muchos que tienen el alma perversa están recubiertos con cuerpos hermosos, con nobleza y con riquezas, y cuando llega el juicio se presentan numerosos testigos para asegurar que han vivido justamente; los jueces quedan turbados por todo esto y, además, también ellos juzgan vestidos; sus ojos, sus oídos y todo el cuerpo son como un velo con que cubren por delante su alma. Éstos son los obstáculos que se les interponen y, también, sus ropas y las de los juzgados; así pues, en primer lugar, hay que quitar a los hombres el conocimiento anticipado de la hora de la muerte, porque ahora lo tienen. Además, hay que juzgarlos desnudos de todas estas cosas. En efecto, deben ser juzgados después de la muerte. También es preciso que el juez esté desnudo y que haya muerto; que examine solamente con su alma el alma de cada uno inmediatamente después de la muerte, cuando está aislado de todos sus parientes y cuando ha dejado en la tierra todo su ornamento, a fin de que el juicio sea justo”. La potencia mito-poética y pictórica de esta imagen es impactante: Minos, Radamantis y Éaco, tres jueces de los muertos en el Hades e hijos de Zeus, juzgan muertos y desnudos a hombres muertos y desnudos, cuyas almas son enviadas, según la vida justa o injusta que llevaron, a la Isla de los Bienaventurados o al Tártaro, respectivamente. Uno de los aspectos más interesantes que se desprende de este mito con el que Platón cierra el Gorgias es la idea del vestido como obstáculo para juzgar la condición moral -justa o injusta, piadosa o impía- de una persona. En una primera instancia, The Naked Soul puede verse como un intento de reconstrucción obsesiva de esa imagen. A través de un actuar inactual, Syd Krochmalny interviene, descompone y recompone dicha imagen hasta lograr un reacomodamiento contemporáneo del mito platónico a la luz de la figura del activista inglés, Stephen Gough: éste es ahora el juez que nos juzga a nosotros, los vestidos, mediante su cruzada solitaria por la península británica. Krochmalny hace del mito del Gorgias un lógos para pensar la cuestión de la desnudez y, más puntualmente, la de la incomodidad física, epistémica y jurídico-política que ella produce al contemplarla.
2. La desnudez devela todas las disposiciones adquiridas por nuestro cuerpo a lo largo de nuestra vida: pliegues, arrugas, heridas, cicatrices, tatuajes, cuidados, enfermedades. Todo está allí a la vista: lo recto y lo torcido, lo noble y lo bajo. ¿Qué es lo que vela el vestido? Las impresiones del alma en un cuerpo desnudo y las impresiones del cuerpo en un alma desnuda. Descorrer la envoltura del vestido implica poner al descubierto todos esos signos grabados por nuestras conductas y acciones. En The Naked Soul el vestido deviene un estorbo físico y espiritual a los fines del contacto social, la libre circulación y el reencuentro con nuestra más primitiva autodeterminación y libertad.
3. La apreciación que hagamos del actuar de Stephen Gough revela la cárcel de nuestros usos y costumbres, a la vez que refuerza, por contraste, la edénica libertad de su ser él mismo. Su cruzada de la desnudez crece y se refuerza con cada mirada. De esa tensión surge su cuidado de sí. The Naked Soul prolonga en este sentido el gesto y la acción de Stephen. Porque la idea es, entre otras cosas, engendrar la desnudez en la mente del espectador.
4. De Adán y Eva para acá, la desnudez supone un ser visto por otro. El ser desnudo supone siempre un ser desnudo para alguien. A través de la figura de Stephen, la desnudez que plantea The Naked Soul busca trascender ese otro, erigiéndose así como una desnudez autónoma, consciente de sí, y libre de las ataduras que la esclavizan a la mirada conservadora de los otros, mirada que sólo la tolera en tanto objeto de exhibición para un espectador-consumidor. El Stephen de Krochmalny no se desnuda para un espectador, sino para sí mismo. Allí reside su tecnología del yo. Y esto es lo que hace realmente disruptiva, en términos estéticos y jurídico-políticos, la apropiación que Krochmalny hace de la intervención/acción de Gough.
5. En Modos de ver, Berger establece una diferencia entre ‘desnudez’ y ‘desnudo’: “La desnudez se revela a sí misma. El desnudo se exhibe. Exhibirse desnudo es convertir en un disfraz la superficie de la propia piel, los cabellos del propio cuerpo. El desnudo está condenado a no alcanzar nunca la desnudez. El desnudo es una forma más de vestido”. The Naked Soul apunta, no al desnudo, sino más bien a esa desnudez que, al tiempo que se devela ante los otros, revela todos los contornos para sí misma. La desnudez como un modo de ver el mundo.
6. Habría dos tipos de desnudez: la que vela y la que devela. La primera es una desnudez atávica: la desnudez como espectáculo, signada por el valor de exhibición, y pensada exclusivamente para un espectador-consumidor. Cuando pensamos en la desnudez mediática, la desnudez pornográfica, la desnudez balnearia, e incluso en la desnudez artística (por ejemplo, las masas desnudas de Spencer Tunick), siempre subsisten en todas ellas resabios del vestido. Allí no hay tensión. Allí no acontece, propiamente hablando, huella alguna de la desnudez, sino más bien su aparecer atávico e impersonal. Justamente esta apariencia anónima y seriada de la desnudez termina por hacer de ella una forma más del vestido. The Naked Soul refiere una desnudez que, de manera inoportuna y perturbadora, devela, y que –sin estar concebida originaria ni exclusivamente para él- compromete a un espectador en tensión, por cuanto la cruzada de la vida desnuda que encarna Stephen pone en entredicho las ideas preconcebidas y contaminadas de puritanismo que tenemos acerca de la desnudez.
7. ¿Qué es lo que se conoce cuando contemplamos la corporeidad desnuda? Tal sería una de las preguntas filosóficas que instala The Naked Soul. Si atendemos al relato del Génesis, lo que se conoce a partir de la desnudez es la consciencia de la desnudez. “Entonces a Adán y Eva se les abrieron los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos”. El Stephen de Krochmalny procura restituirle a la desnudez el rango de primer objeto de conocimiento. Está destinada a hacernos vivenciar –epistémicamente hablando- una real apertura de ojos, para ver de frente los resortes que operan a la base de la sociedad de control en que vivimos.
8. Lo perturbador de la desnudez que encarna Stephen se vincula con su naturaleza inasible, inapresable. Dice Agamben: “La desnudez del cuerpo humano es su imagen, es decir, el temblor que lo hace cognoscible pero que sigue siendo, en sí, inaferrable. Podría definirse la desnudez como la envoltura, en el punto en que se vuelve claro que no es posible esclarecerla. El matema de la desnudez es, en este sentido, simplemente: no hay nada más que esto”. The Naked Soul nos abre a una experiencia sublime de la desnudez, que supone una inadecuación radical entre la magnitud del gesto de Stephen y los estrechos marcos de una sensibilidad formateada por el puritanismo liberal. El carácter infinito, inacabado e inconmensurable de la desnudez de Stephen viene a evidenciar la impotencia de toda medida y de toda regla. Porque se trata justamente de una desnudez que traspasa nuestros marcos de comprensión sensorial e intelectual. Una desnudez sublime y barroca, que encanta y perturba a través del claroscuro, del temor y el temblor. Una corporeidad desnuda que, al revelar su propia turbación, hace nacer en nosotros la turbación. El deleitable terror de la desnudez.
9. Según Berger, Durero creía que el desnudo ideal debía construirse tomando el rostro de un cuerpo, los pechos de otro, las piernas de un tercero, los hombros de un cuarto, las manos de un quinto, de esa forma el resultado glorificaría al Hombre. Cada una de las tomas de los miembros de Stephen que vemos en The Naked Soul constituye la plasmación artística de esa idea de Durero, a través de la cual Krochmalny procura patentar el enorme potencial estético, epistémico y jurídico-político de la desnudez.
10. Contra la teología hipermoderna del vestido, The Naked Soul plantea la posibilidad de una moral de la desnudez
11. Si la ropa hace a la gente, en The Naked Soul se trata de mostrar qué es lo que hace la desnudez con uno; y sobre todo en qué medida ella nos devuelve una imagen más arcaica, casi infantil, de la naturaleza como una especie de desnudez. Estado de naturaleza y desnudez.
12. Lo que el Stephen de Krochmalny subraya a través de su cruzada es que la desnudez no representa un estado, sino más bien un acontecimiento que nunca termina de acontecer. Como señala Agamben: “En la experiencia que de la desnudez podemos tener, la desnudez es siempre desnudamiento y puesta al desnudo, nunca forma y posesión estable. En todo caso, difícil de aferrar, imposible de retener. Acontecimiento que no alcanza nunca su forma cumplida, forma que no se deja asir integralmente en su acaecer, la desnudez es, al pie de la letra, infinita, jamás termina de acontecer”. Lo que incomoda de la desnudez que despliega The Naked Soul es que no se puede asir. Krochmalny subraya el contorno enigmático de la desnudez. Porque en el fondo la desnudez devela un enigma.
13. Toda la potencia del transitar desnudo de Stephen estriba en su empresa individual. Es el individuo separado de la masa recubierta con las hojas de higuera de la tradición puritana. La apertura al misterio que revela su desnudez permite repensar todo lo que -religiosa, epistémica, jurídica y políticamente hablando- encubre el vestido. Porque mientras este último responde y brinda cobijo, la desnudez de Stephen abre preguntas y nos pone a la intemperie.
14. De lo que se trata es de comprender y -por derivación- de neutralizar los mecanismos de control y de disciplinamiento que existen en torno a la desnudez que debe cubrirse. Así, desactivados tales resortes represivos contra la corporeidad desnuda, se le restituye a la desnudez su carácter positivo. Porque para Krochmalny la desnudez tiene que dejar de pensarte desde su carácter esencialmente defectivo (como ausencia de vestido). Apología de un modelo de desnudez sin vergüenza. Retorno a la desnudez infantil y a la feliz ignorancia de sí que conlleva nuestro derecho a no vestirnos: “Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban el uno del otro”.
15. A partir de la riqueza y complejidad del gesto individual, la desnudez de Stephen pone al descubierto algunos síntomas de la época: la simultaneidad de miedo y deseo que despierta la corporeidad desnuda, las limitaciones a su libre circulación en el espacio público, y el lastre teológico que aún subsiste en la dicotomía desnudo/vestido. Fuera de su funcionalidad biológica y sexual, lo que aquí importa es la potencia subversiva que puede llegar a asumir la corporeidad desnuda, potencia que ella fue perdiendo en su afán por colmar sus carencias.
16. Apunta Nancy: “El cuerpo es una envoltura: sirve, pues, para contener lo que luego hay que desenvolver. El desenvolvimiento es interminable. El cuerpo finito contiene lo infinito, que no es ni alma ni espíritu, sino el desenvolvimiento del cuerpo”. A través de la apropiación de la cruzada de Stephen, The Naked Soul pone en obra el desenvolvimiento interminable de la desnudez.
17. Cartografía de la desnudez. Devenir de un Stephen adánico, indígena, guerrero urbano, flâneur desnudo, reincidente crónico que se alimenta, lee y vivencia su libertad a partir de la estrategia arcaica de su acción.