lunes, 21 de septiembre de 2009

Una performance artística que propone desatar la imaginación

Clarin.com

Clarín, 19 de septiembre 2009
CULTURA: INTERVENCIONES PARA ANALIZAR LA SOCIEDAD

Participó un grupo de sociólogos y artistas. Fue en la facultad de Sociología de la UBA.
Por: Marina Oybin
Fuente: ESPECIAL PARA CLARIN



PAPELES. ARTISTAS, EN UN AULA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DE LA UBA, DEJAN A LA VISTA UNA PINTADA.

El travesti Klaudia con K mostró sus pechos como la mujer símbolo de la UBA, el logo de la universidad diseñado por Ernesto de la Cárcova", recuerda Lucas Rubinich, especialista en sociología de la Cultura y director de la carrera de Sociología de la UBA. Se trató de "Sea madre/UBA desmadre", una performance de tres horas en la facultad de Ciencias Sociales (M. T. de Alvear 2230, una ex maternidad). Fue el miércoles, impulsada por "Sociología contraataca", un grupo integrado por Rubinich, sociólogos y artistas, que buscan desatar la imaginación para analizar la sociedad.

¿Por qué performances en la facultad de sociología? "Para quebrar el discurso alternativo cristalizado de la facultad: hay una gran presencia de un mundo político fuertemente deteriorado por los procesos de derrota de la izquierda. Tenemos gran cantidad de carteles, inmensidad de consignas, y uno se pregunta si eso tiene productividad: si está diciendo algo", afirma Rubinich. Y recuerda que el lazo entre arte de vanguardia, sociología y política arrancó con "Tucumán arde" en 1968, "donde participaron, entre otros sociólogos, Roberto Jacoby, Miguel Murmis y Silvia Sigal".

La apuesta por el arte comenzó en las jornadas de sociología en 2006, cuando Jacoby, quien fue integrante del Di Tella e ideólogo de la revista Ramona, propuso sus "Zonas Autónomas Temporarias", una experiencia de microsociedades utópicas. Luego, un despliegue de performances y obras de teatro copó claustros y aulas de la facultad. No faltaron vernissages e invitados especiales. Blanquita Rizzo, artista que compartió escenarios del underground con Batato Barea, hizo con su grupo de danza contemporánea una inquietante performance.

Hay más. Con dibujos, pinturas y objetos, artistas y sociólogos intervinieron aulas, ventanas y escaleras de la facultad. Mariana Cerviño pintó su propia tesis de maestría, y Nadia Finck resignificó los carteles políticos que inundan la facultad con "Entramado", una obra colgante. Más provocador, Baño Revolution, de Syd Krochmalny, con dos transformistas y música de Nacho Marciano, buscó "desnaturalizar la clasificación arcaica de los baños: se taparon los carteles de ´damas' y ´caballeros' y se reemplazaron por signos e imágenes que sugieren múltiples identidades sexuales", explica Rubinich, y cuenta que los transformistas se cambiaron en los baños y luego invitaron a la gente a pasar. ¿Qué diría Gino Germani?

Buscando otra estética para los apuntes, Rubinich presentó "Por el encantamiento de los apuntes". Jorge Porcel de Peralta, Fernanda Laguna y Diego Melero, entre otros artistas, hicieron una obra en blanco y negro para embellecer los textos fotocopiados. Luego, en su clase, Rubinich siguió: "Mientras daba el teórico, un grupo de compañeros hizo 800 serigrafías de las obras y las pegamos en el aula". Hubo inauguración con brindis, DJ y muchos curiosos.

En el cierre del reciente XXVII Congreso Alas de la Asociación latinoamericana de Sociología, Syd Krochmalny lanzó al aire globos de helio con ponencias. Y, el miércoles, en medio de las elecciones de los tres claustros para el próximo decano, la artista Mariela Scafati terminaba la intervención "Hablan las paredes en el aula 307".

Mientras se dictaba el seminario "Sociología de la cultura y de los intelectuales" en un aula llena, Scafati empapeló las paredes con un diseño hecho con serigrafías. Incluye también poesías y "acrílicos sobre pared" de una decena de artistas y sociólogos artistas. "En la facultad más empapelada de afiches políticos, se hace una obra de arte con empapelado", dice Rubinich.

En este camino, Rubinich -que se postula para ser decano- recuerda que fue protagonista de "Asamblea", una representación en la facultad, Tras escucharlo, la pregunta es ¿pueden las performances cambiar la forma de analizar la sociedad? Rubinich está convencido: "Nos proponemos quebrar convenciones, naturalizaciones de sentido común, y el arte, en ese sentido, opera de una manera irritante"

Sobre baños y revoluciones

Por Lucas Rubinich y Marcelo Langieri *

En una acción con centro en el hall y en el baño del segundo piso del edificio de Marcelo T. de Alvear de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), un grupo de artistas ligados a la Carrera de Sociología, bajo la dirección de Syd Krochmanly (sociólogo y artista visual) y Nacho Marchiano (líder del grupo Ahora y autor del tema “Baños”), intervinieron el viernes pasado todos los baños de la facultad y realizaron diferentes acciones en torno a esa intervención, a la que llamaron “Baño Revolution”. El eje de la propuesta consistió en problematizar una forma de clasificación, que es la división de los baños entre “baños de hombres” y “baños de mujeres”. De esta acción se desprende como provocador aspecto político la consigna “por baños universales”.

Los artistas taparon los carteles que dicen en un caso “damas” y en otro “caballeros” (formas en principio arcaicas de nombrar) y los sustituyeron por signos e imágenes humanas que sugieren múltiples identidades sexuales. Las doxas se sostienen como tales en tanto son algo por lo que nadie se pregunta por qué eso es así y no de otra manera. Por qué, como en este caso, habiendo otras identidades sexuales, se mantiene sin modificar esta forma de clasificación que es también una forma de organización de prácticas sociales; si se quiere, una institución social central en la vida cotidiana, que aparece ante la ausencia de estas preguntas, cristalizada.

Estos gestos artísticos que en los hechos se proponen como preguntas desnaturalizadoras de una institución social se convierten en hechos saludablemente desacomodadores para un espacio como la Facultad de Ciencias Sociales. Es, claro, la problematización de una institución que no condensa cuestiones relativas al poder económico o al poder político. Quizás alguien pueda suponer –aun en un espacio como esta facultad– que es una cuestión carente de relevancia.

La dirección de la Carrera de Sociología apoyó decididamente esta acción porque quienes estamos en estas funciones circunstanciales somos, sobre todo, profesores e investigadores con vocación intelectual y política y, como el conjunto de esta comunidad académica, revalorizamos diferentes formas de problematización del mundo social, obviamente las que corresponden a la producción de conocimiento científico, las que resultan de la acción política y, sin lugar a dudas, también las que genera siempre el mundo de las artes.

En una sociedad que ha convencionalizado formas dramáticas de desigualdad social aun con una historia de casi cien años de movilidad social ascendente, en la que grupos e instituciones con capacidades de imposición de visiones del mundo sostienen con tranquila obscenidad que la violencia generada por esta reciente historia de exclusión se soluciona bajando la edad de imputabilidad o instaurando la pena de muerte, es políticamente relevante formularse preguntas desnaturalizadoras sobre cualquiera, absolutamente sobre cualquiera, de las instituciones sociales existentes.

Apoyamos esta experiencia sin ambigüedades porque creemos, además, que es bueno que existan manifestaciones artísticas vivas en los pasillos y las aulas de la facultad; porque esta actividad en particular es, en el sentido más fuerte, arte político, y, entonces, se convierte también en un elemento imprescindible en la reflexión sobre las relaciones sociales en las que todos estamos implicados, y por fin, porque sostenemos firmemente la necesidad de promover estos puntuales hechos artísticos, en la convicción de que la asociación entre diferentes formas de arte y las ciencias sociales resulta productiva para el progreso del conocimiento sobre las sociedades humanas.

* Respectivamente, director y secretario académico de la Carrera de Sociología (UBA).

Baño Revolution o la sociología del bathroom

Página/12
Martes, 5 de mayo de 2009

Por Esteban De Gori y Matías Palacios *

Probablemente estemos de acuerdo en que nos encontramos en momentos cruciales para la Argentina. La agenda política que propuso el gobierno nacional está jaqueada por los medios de comunicación y por los grupos económicos. La rearticulación de viejas y nuevas derechas es la mejor evidencia de su predisposición para un nuevo asalto al poder. La puja por la distribución del ingreso, la disputa por las narrativas del genocidio reciente, la nada inocente sensación de inseguridad y la ofensiva reaccionaria contra las garantías constitucionales alcanzadas, así como la creciente penetración de drogas en los sectores populares son aspectos de la realidad insoslayable para nuestro país.

Salvo contadísimas excepciones, la universidad pública, progresista por definición y por tradición, parece estar ausente de esta escena. Es decir, su capacidad de intervención colectiva se encuentra debilitada no sólo por las políticas neoliberales, sino por la afirmación de intereses individuales en detrimento de los colectivos y comunitarios. Observamos una institución universitaria ensimismada en una suerte de “endogamia” profesionalista, atravesada por categorizaciones y reordenamientos jerárquicos más afines con la producción de un mundo aristocrático y elitista. El neoliberalismo no fue en vano. Penetró en las prácticas universitarias, en sus horizontes profesionales e intelectuales, reconfigurando el orbe de profesores, estudiantes y la sustancia de lo público. La insistente vocación por la búsqueda del prestigio individual devela el fracaso colectivo de sostener una producción atenta a la transformación, al progreso y al bienestar social.

Pese a esto, algunos actores de la universidad creemos que el sentido de nuestra acción está orientado hacia un reposicionamiento de la universidad en los debates públicos y en la sociedad, como productora de conocimientos, contribuyendo así al fortalecimiento del entramado social, que reinvente cursos de acción, que cuestione los sentidos comunes que afirman las desigualdades y que participe de manera protagónica en la búsqueda de igualdad y justicia.

Con “sorpresa” hemos leído (en Página/12, el viernes 24) un escrito apologético de una performance de música electrónica que concluyó con una “acción” sobre los baños de la Facultad de Ciencias Sociales, consistente en la destrucción de la señalética estándar y su reemplazo por imágenes que amplían el concepto de género. ¡Justo en nuestra facultad, que ha sido vanguardia en reivindicar libertades y elecciones sexuales y que acompañó con aportes sociológicos las insistentes luchas y reivindicaciones de los movimientos sociales!

Pues todo indica que aquella radicalidad ejercida en los años ’60 no es necesariamente una radicalidad para los días actuales, y termina abundando en prácticas que no colaboran con la superación de la fragmentación universitaria y que ni siquiera provocan nuevas interpretaciones y disputas. La sociología que nace y adquiere estatus científico en torno de la reflexión de las instituciones y sus formas de recreación y producción no debería resignificar sus sentidos con la declinación de las instituciones y afirmarse en el andamiaje teórico del posmodernismo. Requiere de un esfuerzo mayor en la búsqueda y multiplicación de objetos y preocupaciones teóricas que no encontrará en los... baños.

Si advertimos que en el detalle se encuentra el todo, podríamos decir que el detalle baño es la mejor manifestación de un proyecto de sociología reducido y pensado para los pequeños ámbitos. Lo deseable es salirse del baño, es decir, lo deseable es una sociología a la “vanguardia”, con propuestas sociales orientadas por una voluntad política transformadora. Porque puede suceder que mientras las derechas aspiran a ordenar “la casa” nuestra única salida es encerrarnos en los baños.

* La Gironda, agrupación de graduados y docentes de Sociología (UBA).

Apología del baño y revolución

Página/12

Martes, 5 de mayo de 2009

por Syd Krochmalny *

Baño Revolution es un proyecto artístico para cambiar la división sexual de los baños de hombres y mujeres en baños universales para todos los géneros. Su objetivo, pequeño pero ambicioso, fue insertarse en los flujos de acción de la vida cotidiana en la sede de Marcelo T. de Alvear de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Este tipo de práctica refiere a la relación arte-vida, y sus referencias pueden ser leídas desde las experiencias de Oscar Wilde en las postrimerías decimonónicas hasta la actualidad, en los experimentos del arte relacional. Baño Revolution puede ser pensado como un experimento sociológico en el que se usaron herramientas multimedia propias del arte contemporáneo. Por otra parte, el evento tuvo significado político en sí mismo, en tanto se orientó a funcionar como acción transformadora de la vida cotidiana. No se trató de reivindicar las libertades sexuales ni menos acompañarlas, sino de practicarlas de manera natural. En ese sentido, las impugnaciones bien intencionadas pero de corte conservador que pudieron leerse en una nota publicada en Página/12 el martes pasado merecen breves consideraciones. Es importante destacar que la iniciativa contó con apoyo de la carrera de Sociología, artistas, profesores y estudiantes. Nunca se opuso a articulaciones políticas más amplias, sino que se orientó a alimentarlas reconstituyendo el lazo social al interior de los espacios de la universidad, y si bien incorporó lenguajes habilitados por nuevas tecnologías, la performance fue “criticada” por su supuesto anclaje sesentista. La reacción contra la intervención recuerda aquella famosa de un profesor en 1966 frente a las experiencias con medios masivos de comunicación y formas contemporáneas denominadas happenings. Los reclamos eran similares: elitismo, extranjerismo, etc. Pero estas acciones, que fueron señaladas como “experimentos banales”, culminaron en Tucumán Arde, situados en la secuencia de politización del arte que precedió al Cordobazo. Quizás, experiencias como Baño Revolution, enmarcadas en la estrategia de la alegría, contribuyan más al fortalecimiento del repertorio de acción para la lucha político-cultural venidera que ciertas impugnaciones, donde una retórica supuestamente progresista no puede separarse de una concepción solemne, represiva y un tanto nostálgica.

Baño Revolution está cerca de las experimentaciones del arte relacional que opera sobre la materia social con instrumentos multimedia, generando cruces fructíferos entre la sociología y el arte. La idea es problematizar el monoformalismo de las ciencias sociales y practicar la sociología con métodos y herramientas que abran la imprescindible argumentación racional y la contrastación de hipótesis, a la dimensión performática, sonora y visual, acordes con el lenguaje contemporáneo. La crítica al experimento opuso discursivamente la experiencia contra problemas tales como la distribución del ingreso, la ofensiva reaccionaria contra las garantías constitucionales alcanzadas, las drogas, etc. Esta estrategia retórica –confrontar un hecho pequeño y local con los grandes problemas que desangran cotidianamente a nuestro país– no sólo resulta burda, sino que funciona como un mecanismo tranquilizador y exculpatorio para los que se refugian en las declamaciones abstractas y la burocracia del saber como trincheras para ocultar su imposibilidad de proponer nuevas formas sociales capaces de proyectar una dimensión utópica. Estas personas, acodadas en la burocracia y en rencillas propias de la gestión académica, terminan indignándose por (casi) todo en lugar de imaginar nuevos vínculos entre el conocimiento sociológico y el pueblo.

No hay adentro (universidad/baño) ni afuera (sociedad) sino pliegues, y el restroom es un espacio nodal de la casa, como el fuego, el lecho, la biblioteca y el taller, lugares primigenios de la transformación social. Si creemos que tenemos la posibilidad de elaborar discursos y prácticas que investiguen y transformen la sociedad extensa, debemos ser aptos para hacerlo con nosotros mismos en nuestro lugar (Lenin dixit).

* Sociólogo, artista visual, coautor de Baño Revolution y miembro de sociologiacontraataca.blogspot.com



Página/12

Encantar los apuntes

Martes, 31 de marzo de 2009

Por Lucas Rubinich *

¿Qué hacemos con los apuntes? ¿Hay que hacer algo con los apuntes o en verdad no suponen un problema en el marco de otros muy significativos? Y si tienen algo de problemático, ¿de qué se trata? ¿Simplemente los demonizamos, para estar a tono con la indignación frente a lo vulgar, pre-sesentista, retórica e individualista, abierta en algunas zonas de la cultura? Las preguntas se habilitan porque, sobre todo en universidades masivas como la UBA (que poseen de cinco a diez veces menos presupuesto que otras similares de Brasil y México, por ejemplo), las bibliotecas están debilitadas y en desventaja ostentosa frente a las latinoamericanas mencionadas. En este contexto, la utilización de los apuntes está relacionada con la cantidad de estudiantes, cuestión que hace por lo menos problemática la consulta simultánea en biblioteca de selecciones de diez textos diferentes para 300 o más estudiantes. Concretamente, los llamados apuntes consisten en selecciones de fragmentos de textos, en la mayoría de los casos fotocopiados, que componen a criterio de una cátedra cuestiones relevantes para el desarrollo de un programa de estudios. De esta tarea se encargan las secretarías de publicaciones de los centros de estudiantes y comercios privados.

La masividad en la universidad no es incompatible con la calidad educativa, aunque el sentido común promovido por los especialistas en educación que construyeron los programas del Banco Mundial sostenga lo contrario. Claro que masividad más presupuesto exiguo y ausencia de políticas universitarias arman un mapa preocupante y, en el caso de una universidad con historia como la UBA, decadente. La masividad, aun en este contexto, no impide el uso del libro, como mostramos desde nuestra cátedra de Sociología General, en la que nos valemos de libros clásicos de la teoría social y de, por lo menos, tres obras de autores contemporáneos. Promovemos la relación con el libro, ubicándolo en la biblioteca si estuviere, en la red, o comprándolo. No me valdré del recurso retórico rápido de promover el robo de libros que el patetismo pequeñoburgués identifica como transgresión. A nuestros amigos libreros les compramos los libros. Y si alguien quiere transgredir en serio, que vaya y robe un banco.

No obstante, utilizamos también el recurso de los apuntes, porque los consideramos una herramienta pertinente que contribuye a nuestros objetivos de formación. Pero lo que resulta evidente para cualquiera es que el objeto real, si hay algo que no posee –para decirlo de una manera contundente y clara– es encanto. Por lo tanto, nuestra propuesta es encantar los apuntes y para eso invitamos a artistas visuales a hacer obras que acompañen el cuadernillo “La construcción del objeto”, de nuestra cátedra. Con los mínimos elementos (blanco y negro en papel A4), los artistas Diego Bugallo, Mariana Cerviño, Nadia Finck, Syd Krochmalny, Fernanda Laguna, Diego Melero, Pomarola Talk, Jorge Porcel de Peralta, Gustavo Ríos, Lucas Rozenmacher y Mariela Scafatti construirán cada uno una obra que será reproducida separando los distintos artículos del cuadernillo. Además, esas obras serán serigrafiadas y se pegarán 800 copias en las puertas, ventanas y paredes del aula. Será algo así como una clase-muestra “Por el encantamiento de los apuntes”, de la que participarán los artistas. Al finalizar la exhibición, las reproducciones serigrafiadas de las obras estarán a disposición de todos.

Este hecho artístico, con voluntad de reencantamiento y reconstitución de lazos en el mundo cultural, puede ser también una mínima expresión de la necesaria y significativa lucha político-cultural por reencontrar a la UBA en su implicación productiva con diferentes zonas de la ciencia y la cultura y, por tanto, con la fortaleza simbólica que le posibilite abordar las grandes cuestiones de la sociedad argentina.

* Profesor y director de la carrera de Sociología. La “clase-muestra” se hará hoy, de 17 a 19, en el aula 512 de Marcelo T. de Alvear 2230.

martes, 4 de agosto de 2009

Baño Revolution clip :)


Baño Revolution es un proyecto artístico para cambiar la división sexual de los baños de hombres y mujeres en baños universales para todos los géneros. Su objetivo, pequeño pero ambicioso, fue insertarse en los flujos de acción de la vida cotidiana en la sede de Marcelo T. de Alvear de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Este tipo de práctica refiere a la relación arte-vida, y sus referencias pueden ser leídas desde las experiencias de Oscar Wilde en las postrimerías decimonónicas hasta la actualidad, en los experimentos del arte relacional. Baño Revolution puede ser pensado como un experimento sociológico en el que se usaron herramientas multimedia propias del arte contemporáneo. Por otra parte, el evento tuvo significado político en sí mismo, en tanto se orientó a funcionar como acción transformadora de la vida cotidiana. No se trató de reivindicar las libertades sexuales ni menos acompañarlas, sino de practicarlas de manera natural. En ese sentido, las impugnaciones bien intencionadas pero de corte conservador que pudieron leerse en una nota publicada en Página/12 el martes pasado merecen breves consideraciones. Es importante destacar que la iniciativa contó con apoyo de la carrera de Sociología, artistas, profesores y estudiantes. Nunca se opuso a articulaciones políticas más amplias, sino que se orientó a alimentarlas reconstituyendo el lazo social al interior de los espacios de la universidad, y si bien incorporó lenguajes habilitados por nuevas tecnologías, la performance fue “criticada” por su supuesto anclaje sesentista. La reacción contra la intervención recuerda aquella famosa de un profesor en 1966 frente a las experiencias con medios masivos de comunicación y formas contemporáneas denominadas happenings. Los reclamos eran similares: elitismo, extranjerismo, etc. Pero estas acciones, que fueron señaladas como “experimentos banales”, culminaron en Tucumán Arde, situados en la secuencia de politización del arte que precedió al Cordobazo. Quizás, experiencias como Baño Revolution, enmarcadas en la estrategia de la alegría, contribuyan más al fortalecimiento del repertorio de acción para la lucha político-cultural venidera que ciertas impugnaciones, donde una retórica supuestamente progresista no puede separarse de una concepción solemne, represiva y un tanto nostálgica.

Baño Revolution está cerca de las experimentaciones del arte relacional que opera sobre la materia social con instrumentos multimedia, generando cruces fructíferos entre la sociología y el arte. La idea es problematizar el monoformalismo de las ciencias sociales y practicar la sociología con métodos y herramientas que abran la imprescindible argumentación racional y la contrastación de hipótesis, a la dimensión performática, sonora y visual, acordes con el lenguaje contemporáneo. La crítica al experimento opuso discursivamente la experiencia contra problemas tales como la distribución del ingreso, la ofensiva reaccionaria contra las garantías constitucionales alcanzadas, las drogas, etc. Esta estrategia retórica –confrontar un hecho pequeño y local con los grandes problemas que desangran cotidianamente a nuestro país– no sólo resulta burda, sino que funciona como un mecanismo tranquilizador y exculpatorio para los que se refugian en las declamaciones abstractas y la burocracia del saber como trincheras para ocultar su imposibilidad de proponer nuevas formas sociales capaces de proyectar una dimensión utópica. Estas personas, acodadas en la burocracia y en rencillas propias de la gestión académica, terminan indignándose por (casi) todo en lugar de imaginar nuevos vínculos entre el conocimiento sociológico y el pueblo.

No hay adentro (universidad/baño) ni afuera (sociedad) sino pliegues, y el restroom es un espacio nodal de la casa, como el fuego, el lecho, la biblioteca y el taller, lugares primigenios de la transformación social. Si creemos que tenemos la posibilidad de elaborar discursos y prácticas que investiguen y transformen la sociedad extensa, debemos ser aptos para hacerlo con nosotros mismos en nuestro lugar (Lenin dixit).

lunes, 25 de mayo de 2009

Multitudes queer.

-Notas para una política de los "anormales"

Mise en ligne le vendredi 21 mai 2004
Este artículo trata de la formación de los movimientos y de las teorías queer, de la relación que mantienen con los feminismos y del uso político que hacen de Foucault y de Deleuze. Analiza también las ventajas teóricas y políticas que aporta la noción de "multitudes" a la teoría y al movimiento queer, en lugar de la noción de "diferencia sexual". A diferencia de lo que ocurre en EEUU, los movimientos queer en Europa se inspiran en las culturas anarquistas y en las emergentes culturas transgénero para oponerse al "Imperio Sexual", especialmente por medio de una des-ontologización de las políticas y de las identidades. Ya no hay una base natural ("mujer", "gay", etc.) que pueda legitimar la acción política. Lo que importa no es la "diferencia sexual" o la "diferencia de l@s homosexuales", sino las multitudes queer. Una multitud de cuerpos : cuerpos transgéneros, hombres sin pene, bolleras lobo, ciborgs, femmes butchs, maricas lesbianas... La "multitud sexual" aparece como el sujeto posible de la política queer.

A la memoria de Monique Wittig

« Entramos en una época en que las minorías del mundo comienzan a organizarse contra los poderes que les dominan y contra todas las ortodoxias » Félix Guattari, Recherches (Trois Milliards de Pervers), 1973.


La sexopolítica es una de las formas dominantes de la acción biopolítica en el capitalismo contemporáneo. Con ella el sexo (los órganos llamados « sexuales », las prácticas sexuales y también los códigos de la masculinidad y de la feminidad, las identidades sexuales normales y desviadas) forma parte de los cálculos del poder, haciendo de los discursos sobre el sexo y de las tecnologías de normalización de las identidades sexuales un agente de control sobre la vida.

Al distinguir entre « sociedades soberanas » y « sociedades disciplinarias » Foucault ya había señalado el paso, que ocurre en la época moderna, de una forma de poder que decide sobre la muerte y la ritualiza, a una nueva forma de poder que calcula técnicamente la vida en términos de población, de salud o de interés nacional. Por otra parte, precisamente en ese momento aparece la nueva separación homosexual/heterosexual. Trabajando en la línea iniciada por Audre Lorde [1], Ti-Grace Atkinson [2] y el manifiesto « The-Woman-Identified-Woman » [3] de « Radicalesbians », Wittig llegó a describir la heterosexualidad no como una práctica sexual sino como un régimen político [4], que forma parte de la administración de los cuerpos y de la gestión calculada de la vida, es decir, como parte de la "biopolítica" [5]. Una lectura cruzada de Wittig y de Foucault permitió a comienzos de los años 80 que se diera una definición de la heterosexualidad como tecnología bio-política destinada a producir cuerpos heteros (straight).

El imperio sexual

La noción de sexopolítica tiene en Foucault su punto de partida, cuestionando su concepción de la política según la cual el biopoder sólo produce disciplinas de normalización y determina formas de subjetivación. A partir de los análisis de Mauricio Lazzaratto [6] que distingue el biopoder de la potencia de la vida, podemos comprender los cuerpos y las identidades de los anormales como potencias políticas y no simplemente como efectos de los discursos sobre el sexo. Esto significa que hay que añadir diversos capítulos a la historia de la sexualidad inaugurada por Foucault. La evolución de la sexualidad moderna está directamente relacionada con la emergencia de lo que podría denominarse el nuevo "Imperio Sexual" (para resexualizar el Imperio de Hardt y Negri). El sexo (los órganos sexuales, la capacidad de reproducción, los roles sexuales en las disciplinas modernas...) es el correlato del capital. La sexopolítica no puede reducirse a la regulación de las condiciones de reproducción de la vida, ni a los procesos biológicos que "conciernen a la población". El cuerpo hetero (straight) es el producto de una división del trabajo de la carne según la cual cada órgano es definido por su función. Toda sexualidad implica siempre una territorialización precisa de la boca, de la vagina, del ano. De este modo el pensamiento heterocentrado asegura el vínculo estructural entre la producción de la identidad de género y la producción de ciertos órganos como órganos sexuales y reproductores. Capitalismo sexual y sexo del capitalismo. El sexo del ser vivo se convierte en un objeto central de la política y de la gobernabilidad. En realidad, el análisis foucaultiano de la sexualidad depende en exceso de cierta idea de la disciplina del siglo XIX. A pesar de conocer los movimientos feministas americanos, la subcultura SM o el Fhar en Francia, nada de esto le llevó realmente a analizar la proliferación de las tecnologías del cuerpo sexual en el siglo XX : medicalización y tratamiento de los niños intersexuales, gestión quirúrgica de la transexualidad, reconstrucción y "aumento" de la masculinidad y de la feminidad normativas, regulación del trabajo sexual por el Estado, boom de las industrias pornográficas... Su rechazo de la identidad y de la militancia gay le llevará a inventarse una retroficción a la sombra de la Grecia Antigua. Ahora bien, en los años 50, asistimos a una ruptura en el régimen disciplinario del sexo. Anteriormente, y como continuación del siglo XIX, las disciplinas biopolíticas funcionaban como una máquina para naturalizar el sexo. Pero esta máquina no era legitimada por "la conciencia". Lo será por médicos como John Money cuando comienza a utilizar la noción de "género" para abordar la posibilidad de modificar quirúrgica y hormonalmente la morfología sexual de los niños intersexuales y las personas transexuales. Money es el Hegel de la historia del sexo. Esta noción de género constituye un primer momento de reflexividad (y una mutación irreversible respecto al siglo XIX). Con las nuevas tecnologías médicas y jurídicas de Money, los niños "intersexuales", operados al nacer o tratados durante la pubertad, se convierten en minorías construidas como "anormales" en beneficio de la regulación normativa del cuerpo de la masa straight (heterocentrada). Esta multiplicidad de los anormales es la potencia que el Imperio Sexual intenta regular, controlar, normalizar. El "post-moneismo" es al sexo lo que el post-fordismo al capital. El Imperio de los normales desde los años 50 depende de la producción y de la circulación a gran velocidad de los flujos de silicona, flujos de hormonas, flujo textual, flujo de las representaciones, flujo de las técnicas quirúrgicas, en definitiva flujo de los géneros. Por supuesto, no todo circula de manera constante, y además no todos los cuerpos obtienen los mismos beneficios de esta circulación : la normalización contemporánea del cuerpo se basa en esta circulación diferenciada de los flujos de sexualización . Esto nos recuerda oportunamente que el concepto de "género" fue ante todo una noción sexopolítica antes de convertirse en una herramienta teórica del feminismo americano. No es casualidad que en los años 80, en el debate que oponía a las feministas "constructivistas" y las feministas "esencialistas", la noción de "género" va a convertirse en la herramienta teórica fundamental para conceptualizar la construcción social, la fabricación histórica y cultural de la diferencia sexual, frente a la reivindicación de la "feminidad" como sustrato natural, como forma de verdad ontológica. Políticas de las multitudes queer

El género ha pasado de ser una noción al servicio de una política de reproducción de la vida sexual a ser el signo de una multitud. El género no es el efecto de un sistema cerrado de poder, ni una idea que actúa sobre la materia pasiva, sino el nombre del conjunto de dispositivos sexopolíticos (desde la medicina a la representación pornográfica, pasando por las instituciones familiares) que van a ser objeto de reapropiación por las minorías sexuales. En Francia, la mani del 1 de mayo de 1970, el número 12 de Tout y el de Recherches (Trois milliards de Pervers), el Movimiento de antes del MLF, el FHAR y las terroristas de las Gouines Rouges (Bolleras Rojas) constituyen una primera ofensiva de los "anormales". El cuerpo no es un dato pasivo sobre el cual actúa el biopoder, sino más bien la potencia misma que hace posible la incorporación protésica de los géneros. La sexopolítica no es sólo un lugar de poder, sino sobre todo el espacio de una creación donde se suceden y se yuxtaponen los movimientos feministas, homosexuales, transexuales, intersexuales, transgéneros, chicanas, post-coloniales... Las minorías sexuales se convierten en multitudes. El monstruo sexual que tiene por nombre multitud se vuelvequeer.

El cuerpo de la multitud queer aparece en el centro de lo que podríamos llamar, para retomar una expresión de Deleuze/Guattari, un trabajo de "desterritorialización" de la heterosexualidad. Una desterritorialización que afecta tanto al espacio urbano (por tanto, habría que hablar de desterritorialización del espacio mayoritario, y no de gueto) como al espacio corporal. Este proceso de "desterritorialización" del cuerpo supone una resistencia a los procesos de llegar a ser "normal". El hecho de que haya tecnologías precisas de producción de cuerpos "normales" o de normalización de los géneros no conlleva un determinismo ni una imposibilidad de acción política. Al contrario. Dado que la multitud queer lleva en sí misma, como fracaso o residuo, la historia de las tecnologías de normalización de los cuerpos, tiene también la posibilidad de intervenir en los dispositivos biotecnológicos de producción de subjetividad sexual. Esto es concebible a condición de evitar dos trampas conceptuales y políticas, dos lecturas (equivocadas pero posibles) de Foucault. Hay que evitar la segregación del espacio político que convertiría a las multitudes queer en una especie de margen o de reserva de trasgresión. No hay que caer en la trampa de la lectura liberal o neoconservadora de Foucault que llevaría a concebir las multitudes queer como algo opuesto a las estrategias identitarias, tomando la multitud como una acumulación de individuos soberanos e iguales ante la ley, sexualmente irreductibles, propietarios de sus cuerpos y que reivindicarían su derecho inalienable al placer. La primera lectura tiende a una apropiación de la potencia política de los anormales en una óptica de progreso, la segunda silencia los privilegios de la mayoría y de la normalidad (hetero)sexual, que no reconoce que es una identidad dominante. Teniendo esto en cuenta, los cuerpos ya no son dóciles. "Des-identificación" (para retomar la formulación de De Lauretis), identificaciones estratégicas, reconversión de las tecnologías del cuerpo y desontologización del sujeto de la política sexual, estas son algunas de las estrategias políticas de las multitudes queer.

- Des-identificación. Surge de las bolleras que no son mujeres, de los maricas que no son hombres, de los trans que no son ni hombres ni mujeres. En este sentido, si Wittig ha sido recuperada por las multitudes queer es precisamente porque su declaración "las lesbianas no son mujeres" es un recurso que permite combatir por medio de la des-identificación la exclusión de la identidad lesbiana como condición de posibilidad de la formación del sujeto político del feminismo moderno.

- Identificaciones estratégicas : Identificaciones negativas como "bolleras" o "maricones" se han convertido en lugares de producción de identidades que resisten a la normalización, que desconfían del poder totalitario, de las llamadas a la "universalización". Influidas por la crítica post-colonial, las teorías queer de los años 90 han utilizado los enormes recursos políticos de la identificación "gueto", identificaciones que iban a tomar un nuevo valor político, dado que por primera vez los sujetos de la enunciación eran las propias bolleras, los maricas, los negros y las personas transgénero. A aquellos que agitan la amenaza de la guetización, los movimientos y las teorías queer responden con estrategias a la vez hiper-identitarias y post-identitarias. Hacen un uso radical de los recursos políticos de la producción performativa de las identidades desviadas. La fuerza de movimientos como Act Up, Lesbian Avengers o las Radical Fairies deriva de su capacidad para utilizar sus posiciones de sujetos "abyectos" (esos "malos sujetos" que son los seropositivos, las bolleras, los maricas) para hacer de ello lugares de resistencia al punto de vista "universal", a la historia blanca, colonial y hetero de lo "humano".

Afortunadamente, estas multitudes no comparten la desconfianza -insistimos en ello- de Foucault, Wittig y Deleuze hacia la identidad como lugar de acción política, a pesar de sus diferentes formas de analizar el poder y la opresión. A inicios de los años 70 el Foucault francés se distancia del Fhar a causa de lo que él llama "tendencia a la guetización", mientras que al Foucault americano parecían gustarle mucho las "nuevas formas de cuerpos y de placeres" que las políticas de la identidad gay, lesbiana y SM habían producido en el barrio de Castro, el "gueto" de San Francisco. Por su parte, Deleuze criticaba lo que denominaba una identidad "homosexual molar", porque pensaba que promovía el gueto gay, para idealizar la "homosexualidad molecular" que le permitiría hacer de las "buenas" figuras homosexuales, desde Proust al "travestí afeminado", ejemplos paradigmáticos del proceso de "llegar a ser mujer" que estaba en el centro de su agenda política. Incluso le permitiría disertar sobre la homosexualidad en vez de cuestionarse sus propios presupuestos heterosexuales [7]. En cuanto a Wittig, podemos preguntarnos si su adhesión a la posición del "escritor universal" impidió que le borraran de la lista de los "clásicos" de la literatura francesa tras la publicación del Cuerpo Lesbiano en 1973. Está claro que no, cuando vimos cómo el periódico Le Monde se apresuraba a cambiar el título original de su nota necrológica, por un "Monique Wittig, la apología del lesbianismo" encabezado por la palabra "Desapariciones". [8]

- Reconversión de las tecnologías del cuerpo : Los cuerpos de las multitudes queer son también reapropiaciones y reconversiones de los discursos de la medicina anatómica y de la pornografía, entre otros, que han construido el cuerpo hetero y el cuerpo desviado modernos. La multitud queer no tiene que ver con un "tercer sexo" o un "más allá de los géneros". Se dedica a la apropiación de las disciplinas de los saberes/poderes sobre los sexos, a la rearticulación y la reconversión de las tecnologías sexopolíticas concretas de producción de los cuerpos "normales" y "desviados". A diferencia de las políticas "feministas" u "homosexuales", la política de la multitud queer no se basa en una identidad natural (hombre/mujer), ni en una definición basada en las prácticas (heterosexuales/homosexuales) sino en una multiplicidad de cuerpos que se alzan contra los regímenes que les construyen como "normales" o "anormales" : son las drag-kings, las bolleras lobo, las mujeres barbudas, los trans-maricas sin polla, los discapacitados-ciborg... Lo que está en juego es cómo resistir o cómo reconvertir las formas de subjetivación sexopolíticas. Esta reapropiación de los discursos de producción de poder/saber sobre el sexo es una conmoción epistemológica. En su introducción programática al famoso número de Recherches sin duda inspirado por el FHAR, Guattari describe esta mutación en las formas de resistencia y de acción política : "el objeto de este número -las homosexualidades hoy en Francia- no podía ser abordado sin poner en cuestión los métodos ordinarios de investigación en ciencias humanas que, bajo el pretexto de la objetividad, intentan establecer una distancia máxima entre el investigador y su objeto (...). El análisis institucional, por el contrario, implica un descentramiento radical de la enunciación científica. Pero para ello no basta con "dar la palabra" a los sujetos implicados -lo cual es a veces una iniciativa formal, casi jesuítica- sino que además hay que crear las condiciones de un ejercicio total, paroxístico, de esta enunciación (...). Mayo del 68 nos ha enseñado a leer en los muros y después hemos empezado a descifrar los grafitis en las prisiones, los asilos y hoy en los váteres. Queda por rehacer todo un "nuevo espíritu científico" [9]. La historia de estos movimientos político-sexuales post-moneistas es la historia de esta creación de las condiciones de un ejercicio total de la enunciación, la historia de un vuelco de la fuerza performativa de los discursos, y de una reapropiación de las tecnologías sexopolíticas de producción de los cueros de los "anormales". La toma de la palabra por las minorías queer es un acontecimiento no tanto post-moderno como post-humano : una transformación en la producción y en la circulación de los discursos en las instituciones modernas (de la escuela a la familia, pasando por el cine o el arte) y una mutación de los cuerpos.

- Desontologización del sujeto de la política sexual. En los años 90 una nueva generación surgida de los propios movimientos identitarios comenzó a redefinir la lucha y los límites del sujeto político "feminista" y "homosexual". En el plano teórico, esta ruptura tomó inicialmente la forma de un retorno crítico sobre el feminismo, realizado por las lesbianas y las post-feministas americanas, apoyándose en Foucault, Derrida y Deleuze. Reivindicando un movimiento post-feminista o queer, Teresa de Lauretis [10], Donna Haraway [11], Judith Butler [12], Judith Halberstam [13] en EEUU, Marie-Hélène Bourcier [14] en Francia, y lesbianas chicanas como Gloria Anzaldúa [15] o feministas negras como Barbara Smith [16] y Audre Lorde van a criticar la naturalización de la noción de feminidad que inicialmente había sido la fuente de cohesión del sujeto del feminismo. Se había iniciado la crítica radical del sujeto unitario del feminismo, colonial, blanco, emanado de la clase media-alta y desexualizado. Las multitudes queer no son post-feministas porque quieran o deseen actuar sin el feminismo. Al contrario. Son el resultado de una confrontación reflexiva del feminismo con las diferencias que éste borraba para favorecer un sujeto político "mujer" hegemónico y heterocentrado.

En cuanto a los movimientos de liberación de gays y lesbianas, dado que su objetivo es la obtención de la igualdad de derechos y que para ello se basan en concepciones fijas de la identidad sexual, contribuyen a la normalización y a la integración de los gays y las lesbianas en la cultura heterosexual dominante, lo que favorece las políticas pro-familia, tales como la reivindicación del derecho al matrimonio, a la adopción y a la transmisión del patrimonio. Algunas minorías gays, lesbianas, transexuales y transgéneros han reaccionado y reaccionan hoy contra ese esencialismo y esa normalización de la identidad homosexual. Surgen voces que cuestionan la validez de la noción de identidad sexual como único fundamento de la acción política ; contra ello proponen una proliferación de diferencias (de raza, de clase, de edad, de prácticas sexuales no normativas, de discapacidad). La noción medicalizada de homosexualidad que data del siglo XIX y que define la identidad por las prácticas sexuales es abandonada en favor de una definición política y estratégica de las identidades queer. La homosexualidad tan bien controlada y producida por la scientia sexualis del siglo XIX ha explotado ; se ha visto desbordada por una multitud de "malos sujetos" queer.

La política de las multitudes queer emerge de una posición crítica respecto a los efectos normalizadores y disciplinarios de toda formación identitaria, de una desontologización del sujeto de la política de las identidades : no hay una base natural ("mujer", "gay", etc.) que pueda legitimar la acción política. No tiene por objetivo la liberación de las mujeres de "la dominación masculina", como quería el feminismo clásico, porque no se basa en la "diferencia sexual", sinónimo de una división fundamental de la opresión (transcultural, transhistórica) basada en una diferencia de naturaleza que debería estructurar la acción política. La noción de multitud queer se opone a la de "diferencia sexual", tal y como fue explotada tanto en los feminismos esencialistas (de Irigaray a Cixous, pasando por Kristeva) como por las variantes estructuralistas y/o lacanianas del discurso del psicoanálisis (Roudinesco, Héritier, Théry...). Se opone a las políticas paritarias derivadas de una noción biológica de la "mujer" o de la "diferencia sexual". Se opone a las políticas republicanas universalistas que permiten el "reconocimiento" e imponen la "integración" de las "diferencias"en el seno de la República. No hay diferencia sexual, sino una multitud de diferencias, una transversalidad de las relaciones de poder, una diversidad de las potencias de vida. Estas diferencias no son "representables" dado que son "monstruosas" y ponen en cuestión por eso mismo no sólo los regímenes de representación política sino también los sistemas de producción de saber científico de los "normales". En este sentido, las políticas de las multitudes queer se oponen tanto a las instituciones políticas tradicionales que se presentan como soberanas y universalmente representativas, como a las epistemologías sexopolíticas heterocentradas que dominan todavía la producción de la ciencia.

(Traducción al castellano : el bollo loco)

[1] Audre Lorde, Sister Outsider, California, Crossing Press, 1984.

[2] Ti-Grace Atkinson, « Radical Feminism »,en Notes from the Second Year, New York, Radical Feminism, 1970, pp. 32-37 ; Ti-Grace Atkinson, Amazon Odyssey, New York, Links, 1974.

[3] Radicalesbians, « The Woman-Identified Woman », en Anne Koedt, dir. Notes from the Third Year, New York, 1971.

[4] Monique Wittig, The straight mind and other essays, Boston, Beacon Press, 1992.

[5] Michel Foucault, Historia de la sexualidad, Volumen I, Siglo XXI, Madrid, 1979.

[6] Maurizio Lazzarato, Puissances de l’invention. La psychologie économique de Gabriel Tarde contre l’économie politique, Paris, Les Empêcheurs de penser en rond, 2002.

[7] Para un análisis detallado de este uso de los tropos homosexuales, ver el capítulo « Deleuze o el amor que no osa decir su nombre », en Beatriz Preciado, Manifiesto contra sexual, Opera Prima, Madrid, 2002.

[8] Le Monde, sábado 11 de enero de 2003.

[9] Félix Guattari, Recherches, « Trois millards de pervers », marzo 1973, pp.2-3.

[10] Teresa De Lauretis, Technologies of Gender, Essays on Theory, Film, and Fiction, Bloomington, Indiana University Press, 1987.

[11] Donna Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres, Cátedra, Madrid. 1995.

[12] Judith Butler, El género en disputa, Paidós, México, 2001.

[13] Judith Halberstam, Female Masculinity, Durham, Duke University Press, 1998.

[14] Marie-Hélène Bourcier, Queer Zones, politiques des identités sexuelles, des représentations et des savoirs, Paris, Balland, 2001.

[15] Gloria Anzaldúa, Borderlands/La Frontera : The New Mestiza, San Francisco, Spinster/Aunt Lutte, 1987.

[16] Gloria Hull, Bell Scott and Barbara Smith, All the Women Are White, All the Black Are Men, But Some of Us Are Brave : Black Women’s Studies, New York, Feminist Press, 1982.

viernes, 8 de mayo de 2009

domingo, 19 de abril de 2009